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 San Bartolo 250 - 300 AC.  |  ORÍGENES DEL SISTEMA DE ESCRITURA MAYA.
 Los Mayas no fueron los primeros, ni los últimos,
 en desarrollar un sistema de escritura en
 Mesoamérica. Con anterioridad a la aparición de
 los primeros signos jeroglíficos mayas de los que
 se tiene conocimiento (en el s. I a.C.) ya existían
 sistemas de escritura en, al menos, tres áreas
 culturales del ámbito mesoamericano: la zona
 interior del área olmeca –en la región más al sur
 del Golfo de México–, en el Valle de Oaxaca
  y en los valles de Alta Verapaz, en las tierras altas
 del sur de Guatemala.
 La escritura en Mesoamérica se desarrolló en las
 últimas etapas de la cultura olmeca, alrededor de
 700 - 500 a.C., originándose probablemente a
 partir de la propia iconografía olmeca, predece-
 sora inmediata de las primeras manifestaciones
 escritas, para luego derivar en un sistema
 escriturario mediante un proceso gradual de
 abstracción. Este sistema de escritura primigenio
 parece haber dado lugar a dos tradiciones
 escriturarias en dos áreas distintas: la altiplanicie
 de México por un lado y las tierras altas de
 Guatemala y Chiapas, junto con una región
 cercana en la costa guatemalteca del Pacífico, por
 otro.
 Esta última zona se encontraba poblada por
 mayas pero, con toda probabilidad, bajo la
 influencia de grupos étnicos, culturas y lenguas
 procedentes de lo que antes había sido el área
 olmeca, más oriental. Durante el siglo I a.C. las
 tierras altas influyeron culturalmente sobre las
 tierras bajas, donde comienzan a aparecer las
 primeras manifestaciones que indican la existencia
 de un sistema de escritura.
 El primer ejemplo conocido de escritura
 jeroglífica maya en las tierras bajas que está
 contextualizado arqueológicamente proviene de
 Cerros, un centro preclásico del norte de Belice.
 Allí, los mascarones del frontispicio de la
 estructura 5C-2nd es posible identificar dos glifos:
 yax (primero, nuevo, azul/verde) y k’in (sol, día o
 luz). Otro ejemplo, coetáneo con el de Cerros, es
 un mascarón de mampostería procedente de la
 estructura N9-56 de Lamanai, que porta el glifo
 ak'b’al (oscuridad) en la mejilla.
 Otro texto maya temprano aparece en un pectoral
 de jade, reutilizado, de origen olmeca (conocido
 como la placa de jade de Dumbarton Oaks,
 Figura 5), cuya factura debe ser, por criterios
 estilísticos, contemporánea a los mascarones de
 Cerros. En el reverso del pectoral aparece inciso
 el retrato de un gobernante maya sedente, y dos
 columnas de glifos.
 
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